martes, 22 de mayo de 2012

LENGUAJE ECONÓMICO (1 de febrero de 2012)


Diario Montañés, 1 de febrero de 2012

Vivimos una época de duro liberalismo económico. En su nombre se cometen los mayores abusos y se desprecian avances sociales que se consiguieron antaño con sudor y sangre. Todo vale cuando se trata de obtener el mayor beneficio empresarial.
La historia de los últimos años es tozuda: las multinacionales no dudan en deslocalizar sus sedes en busca de mano de obra barata, y no les importa dejar tras de sí un desolado paisaje de paro en los países más desarrollados para generar puestos de trabajo, que rozan la esclavitud, en los más pobres. Las empresas españolas no han permanecido ajenas a ese fenómeno, y hace tiempo que alguna de ellas inició ese camino sin retorno. Telefónica –la compañía que incitó al español medio al juego azaroso de la bolsa en los años del desarrollismo– fue una de las más emblemáticas, y dio los primeros pasos trasladando su centro de atención de llamadas (call center lo nombran enfáticamente) a países lejanos. Al principio los usuarios protestamos, pero luego –el tiempo siempre juega en nuestra contra– nos hemos acostumbrado a responder a un robot antes de enfrentarnos a voces de acento extraño. Después, su ejemplo lo siguieron muchas más.
Ahora le ha tocado el turno a la alemana –cántabra de adopción– TEKA, y nuestros políticos, unidos esta vez sin fisuras, han salido en apoyo de sus trabajadores. Su actitud es encomiable, pero temo que van a conseguir muy poco. Las multinacionales no entienden otro lenguaje que el económico, y, salvo que desde Cantabria se ofrezcan condiciones muy ventajosas en ese campo, su decisión parece inamovible.
Por otra parte, tampoco alguno de nuestros gestores se presenta con las manos muy limpias: la destrucción de empleo en las empresas públicas dependientes del gobierno regional puede debilitar sus argumentos.
El que esté limpio de pecado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario