martes, 22 de mayo de 2012

MALOS HUMOS (9 de febrero de 2012)


Diario Montañés, 9 de febrero de 2012


Cuando Félix Garzo escribió la famosa letra de «Fumando espero» estaba lejos de imaginar que pasados unos años se iba a prohibir fumar en nuestro país en locales cerrados, de uso público.
A partir de la entrada en vigor de la ley, hace ahora poco más de un año, los no fumadores comenzamos a descubrir pequeños placeres, a costa, eso sí, de que los fumadores se olvidaran de aquel «placer genial y sensual» que Sara Montiel proclamaba a los cuatro vientos con un habano entre los dedos. No fue el menor de ellos comprobar que era posible comer, en los restaurantes, libres del «humo embriagador» con el que nos obsequiaban hasta entonces algunos comensales entre plato y plato.
Si bien la ley tuvo sus detractores, y originó más de un enfrentamiento inicial, el paso del tiempo la ha instalado en la cotidianidad. O eso creíamos, porque acabamos de conocer que algunos magistrados del Palacio de Justicia de Santander han seguido fumando, se supone que a escondidas, dentro de sus despachos –precisamente ellos, que son los encargados de velar por el cumplimiento de las ordenanzas.
Tras la denuncia de algún colega indignado, los inspectores encargados del caso han descubierto evidencias de que efectivamente se había cometido la irregularidad: una colilla en la basura de un despacho y el olor inconfundible del tabaco, en otro. El problema es que no se descubrió in fraganti al infractor, y lo difícil es ahora demostrar quién ha sido, pese a que todos lo sepan con certeza.
La Justicia camina con pasos seguros –hay quien piensa que con pies de plomo, de ahí su lentitud– y sólo puede actuar ante pruebas irrefutables.
Otra canción no menos famosa dice que «por el humo se sabe dónde está el fuego». Esperemos que este hecho aislado no sea el síntoma de que la Justicia está que arde.

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