lunes, 7 de enero de 2013

DESEOS PARA 2013 (7 de enero de 2013)


El Diario Montañés, 7 de enero de 2013


Mi tío electo, el maestro Manuel Alcántara, decía en un artículo reciente de este periódico que llevaba tiempo buscando afanosamente una buena noticia para escribir sobre ella, pero que no la encontraba. Y añadía: «Puedo estar triste, pero os juro que no soy triste». Lo suscribo. Yo tampoco soy, en absoluto, el cascarrabias pesimista que ha aparecido reflejado una semana tras otra en los cuarenta y ocho artículos que he publicado en 2012 en las páginas de este diario. Pero la realidad me ha ofrecido pocos motivos para la alegría. O yo no he sabido encontrarlos.
Confieso, eso sí, que soy incapaz de ver el vaso medio lleno cuando está casi vacío. No soy proclive a realizar esfuerzos ímprobos de imaginación, como los que han hecho los diez deportistas cántabros de alto nivel, beneficiados con becas olímpicas, a quienes les han rebajado las ayudas de 120.000 a 20.000 euros anuales y no han tenido reparos en declarar que menos es nada (gran verdad, por otra parte). Además, se han prestado a posar en una foto de familia en la que aparecen, con su indumentaria de becados –casi reflectante, similar a la de los peones camineros–, acompañados por seis personajes del mundo político y empresarial que muestran la sonrisa satisfecha de los mecenas. (Seis a diez, no es mala proporción para tan escasa cosecha).
Pero, repito, por naturaleza no soy pesimista. Ni mucho menos quiero que las cosas vayan mal para jugar a la denuncia fácil. Desde ahora proclamo que mi mayor deseo para 2013 es que sea real esa vía lejana de optimismo, esa tenue luz dudosa del fondo del túnel que otea Rajoy y que Diego, cual eco, confirma. Que los parados no alcancen la cifra inaceptable de seis millones en España y sesenta mil en Cantabria. Que la economía repunte de una vez por todas. Y anhelo que ese optimismo de nuestros presidentes responda a la realidad y no a calculados intereses políticos.

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