El Diario Montañés, 28 de marzo de 2013
El
papa Francisco nos está llevando de sorpresa en sorpresa en sus primeros días
de pontificado. Nos acabamos de enterar de que ha llamado por teléfono al cura
de una parroquia de la provincia argentina de Santa y le ha pedido que los
feligreses sigan rezando por él, porque ahora lo necesita más que nunca. Está
claro que, además de tener bien separadas sus dos «personas» –la de hombre,
sujeta al error humano, y la de Padre Supremo, infalible cuando habla ‘ex
cathedra’–, aún predomina en él la primera, la humana. Y que sea por mucho
tiempo, porque la inseguridad que muestra le hace mucho más cercano, incluso a
los que no somos creyentes.
Quienes
sí suelen hablar ‘ex cathedra’ son los políticos. Como si no fueran conscientes
de que deben su puesto a votantes que casi siempre se sienten engañados con
promesas incumplidas, y no a la intercesión del Espíritu Santo, tienen la
costumbre de abandonar su faceta más humana y se empeñan en sostener sus
contradicciones contra viento y marea, acaso ignorando que los electores tienen
más memoria que la paloma, entre otras razones porque ejercen su derecho al
voto cada cuatro años, un tiempo muy corto para el olvido. Ejemplos hay para
todos los gustos, pero recientemente he hallado una frase que resulta
emblemática. Ante la noticia de que el ministerio de Fomento quiere reducir un
33% la frecuencia de algunos de nuestros trenes regionales, Ignacio Diego ha
negado la evidencia manifestando que su línea de trabajo va por un camino que
pasa, incluso, por la mejora de esas frecuencias, y ha añadido una expresión
lapidaria: «Nunca un paso atrás».
Si
como se sospecha la decisión del recorte estaba tomada y él la conocía, va a
resultar que acaso pretende hacer suyas las palabras del dramaturgo Guillén de
Castro en “Las mocedades del Cid”: «Procure siempre acertalla / el honrado y
principal; / pero si la acierta mal, / defendella y no enmendalla».
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