lunes, 15 de abril de 2013

RETENER AL VIAJERO (15 de abril de 2013)


El Diario Montañés, 15 de abril de 2013

Este artículo debería titularse “Retener al crucerista”, pero la RAE no tiene reconocido todavía el sustantivo «crucerista», por lo que tal palabra no aparece en el encabezamiento. Tampoco han aparecido mucho por Santander los incluidos en la definición, pasajeros del ‘Aida Cara’, el primero de los catorce cruceros que atracarán este año en nuestro puerto. Los comerciantes de la ciudad dicen que apenas han notado su presencia, porque, aunque fueran 1.500 los que recalaron, la mitad salió en excursiones, una de ellas hacia Bilbao, para ver el Guggenheim, el casco viejo e ir de tapas.
El esfuerzo del Ayuntamiento por atraer este tipo de turismo es loable, pero ante la diáspora de los viajeros cabe pensar en desarrollar alguna iniciativa que ayude a retenerlos en la ciudad o, al menos, dentro de los límites provinciales. En ese sentido, el Ayuntamiento de Cádiz desarrolla desde el año 2009 lo que llaman el ‘Hospitality Desk’, especie de oficina ambulante de hospitalidad formada por personal cualificado que sube a bordo de los barcos y ofrece información a sus pasajeros, en varios idiomas, sobre los atractivos turísticos de la “Tacita de Plata”. Además, entregan a cuantos lo deseen un plano actualizado, también en varios idiomas, que recoge la oferta turística de la ciudad y la posibilidad de desarrollar rutas por ella. Y no les va nada mal, pues los datos que han recogido hasta 2012 muestran que el 80% de los viajeros compraron o consumieron algo en la ciudad.
No vendría mal que Santander, pionera en todo lo referente a cuestiones de inteligencia informática, pusiera en marcha desde la concejalía de turismo alguna iniciativa similar, porque, tal y como están las cosas en nuestro maltrecho comercio, retener al viajero puede ser una nueva obra de misericordia.
Lástima que nuestra capital, pródiga en bellezas naturales, no tenga un museo como el Guggenheim, ni un casco viejo pujante, ni una zona bien definida de tapas. Porque no sólo de belleza vive el hombre.

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