El Diario Montañés, 2 de abril de 2013
Hay
que tener muy mala leche para presentar un testigo de encargo, y muy mal café
para aceptar el papelón de serlo. Como salido de las páginas del semanario
satírico “El jueves”, el industrial cafetero Eduardo Marcelino Díaz Zorita –traje
impecable, pelo engominado, peinado a la raya, pulsera con representaciones del
ying y el yang, y aparatoso reloj–, aprovechando que declaraba en la comisión
de investigación que tiene lugar en el Parlamento sobre la gestión de Cantur,
se declaró a sí mismo, sin que viniera a cuento, «a la derecha de la derecha
del PP» y añadió que «los grupos izquierdosos nos han llevado a una situación
límite». Mal comienzo si pretendía que su testimonio contra el expresidente
Revilla pareciese objetivo. Luego se ha sabido que el individuo en cuestión
tiene a sus espaldas un historial de citas en el BOC nada envidiable, pues su
nombre aparece ligado a embargos de bienes inmuebles por deudas contraídas con
la Seguridad Social, y en estos momentos está pendiente de juicio por falsedad
documental.
La
busca de la verdad siempre es encomiable, y más si sirve para aclarar conductas
pretendidamente oscuras, pero recurrir al testimonio de ciertos personajes deja
a los interesados en mal lugar y empaña su empeño. Porque, además, un antiguo
socio del testigo de encargo –Enrique Movellán, padre del alcalde de Camargo– ha
manifestado que la confesión del cafetero es falsa.
Soy
«católico, apostólico y romano», alardeó Díaz Zurita sin que nadie se lo
preguntase, y con ello dejó patente que la religión es para algunos mera facha,
porque, pese a su catolicismo ortodoxo, parece ignorar dos de las seis cosas
que, según recoge la “Biblia” en el libro de los ‘Proverbios’, más aborrece
Jehová: «la lengua mentirosa y el testigo que habla mentiras», y advierte que «el
testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará».
Lo
dicho, que hay que tener muy mal café para prestarse a protagonizar este
sainete.
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