martes, 8 de octubre de 2013

COMPETENCIAS E INCOMPETENTES (9 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 9 de octubre de 2013

Hoy tengo unos cuantos nudos en el entendimiento. No soy capaz de explicarme qué ha podido pasar por la mente de Ildefonso Calderón para decir que «la autonomía tiene que meter en Torrelavega dinero por un tubo en los presupuestos de 2014, porque si sólo lo sigue metiendo en Santander y en pueblucos, lo mejor es que se disuelva y nos gobierne Rajoy».
Cuando rememoro el tiempo lejano en que unos cuantos soñadores salimos a la calle reclamando una autonomía que entonces parecían reacios a concedernos, aún siento el soplo de aire fresco de aquel ideal. Eran tiempos de esperanza, de democracia naciente. Estábamos seguros de poder con todo, aunque no nos habían educado para ello, porque veníamos de una dictadura que, para intentar anularnos el pensamiento, se aplicaba en pensar por nosotros. En el autogobierno intuíamos la solución a unos males que habíamos plasmado en una imagen que se hizo popular: el gobierno central, de tanto ordeñarnos la vaca, nos la estaba dejando seca. Ahora queríamos ordeñarla nosotros, dando, eso sí, la parte de leche que le correspondiera a la hacienda central, y repartiendo el resto con equidad entre los ciudadanos de Cantabria. Queríamos responsabilidades –después las llamaron competencias– porque nos sentíamos muy capaces de asumirlas y administrarlas.
Ahora, muchos años después, frente al pelotón de las manifestaciones del descontento en Torrelavega y amenazado por una probable moción de censura, el alcalde de los largos silencios, lavándose las manos en cuanto a su responsabilidad, ha hablado. Y ha lanzado una idea que cuestiona la propia autonomía y pone al borde de la incompetencia a nuestro presidente regional, al proponer que nos gobierne Rajoy. La cosa sería de risa de no ser porque, además de alcalde, Calderón es diputado regional en virtud de un estatuto que ahora parece despreciar.
No deberíamos sorprendernos. Ya sabemos que su personalidad alternante le permite votar una cosa y la contraria, dependiendo del lugar en que se encuentre. Como médico, tendría que mirárselo.

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