El Diario Montañés, 27 de noviembre de 2013
Ignacio Diego, el presidente de
todos los cántabros aunque en ocasiones no lo parezca, ha hecho balance de los
dos años y medio que lleva al frente del ejecutivo regional y ha declarado que,
tras pasar la época de los ajustes dolorosos, en 2014 va a llegar «la
recompensa al trabajo bien hecho», porque Cantabria ya «está en el camino
correcto del empleo y del buen gobierno». Se suma así al mensaje de la
recuperación económica que proclama su partido como dogma de fe.
No entiendo mucho de economía,
pero sospecho que, a no ser que los cántabros tengamos ingresos no declarados –la
famosa contabilidad en B–, no vamos a superar la crisis tan pronto como se nos
anuncia. Las últimas estadísticas son demoledoras: los sueldos han bajado a
niveles anteriores a 2006, y los precios no han dejado de subir. El 41,6% de
los hogares tienen dificultades para llegar a fin de mes, y un 29,2% reconocen
que tienen cierta dificultad. La suma es inquietante, el 70,8% lo pasa mal. A eso
hay que añadir que uno de cada tres hogares no puede afrontar gastos
imprevistos, y que, como decía el pasado domingo un titular de este periódico, «el
hambre hace cola» en miles de ciudadanos de Cantabria.
Nuestros gobernantes no están
ciegos, no. Simplemente parecen ajenos a la realidad, aunque en ocasiones
también la ocultan, que es una forma de mentir. Para muestra, un botón: este
gobierno, que actúa siempre «desde la verdad», escondió 50 millones de euros
para cumplir con el déficit. Quizás por ello quiere ahora subastar terrenos
públicos, como los de la residencia de la Pereda, que, según decían, nunca iban
a vender.
El tiempo hace que todo se
olvide. Pero los ciudadanos debemos tener memoria y recordar que nuestro
presidente ha garantizado que todo el Gobierno
regional dimitirá si la asistencia sanitaria en Valdecilla deja de ser pública
y gratuita. Suponiendo, claro, que antes no le hayan hecho dimitir las urnas.
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