El Diario Montañés, 23 de abril de 2014
Muchos años después, frente a la
casa de los gorilas, el anciano expresidente había de recordar aquella mañana
remota en que la justicia emitió su fallo. Había pretendido que acusaran de
prevaricación al consejero que ordenó construirla, pero, pese a que una
magistrada afín mostró con un voto particular su disconformidad con el
veredicto, no lo consiguió. La situación era tan difícil en los tiempos de su
mandato, que apenas le dejó gobernar como hubiera querido. Primero tuvo que
luchar contra la nefasta herencia económica de los anteriores responsables;
después, contra la incomprensión de quienes le criticaban y se oponían a todo
cuanto quería emprender. Fue entonces cuando surgió el rumor de su mal
carácter, que extendió como reguero de pólvora aquel hombre pequeño de verbo
fácil y bigote poblado que tan bien se entendía con los medios de comunicación.
Pagó, como nunca pudo sospechar, el instante maldito en que llevado por la ira
pisoteó el puro que su contrincante político había dejado en la repisa de una
ventana del parlamento cuando él estaba en la oposición. Aquel gesto que creyó inocente
le acompañó como una losa pesada de la que ya no logró desprenderse, y trajo la
posterior maledicencia. Sus enemigos trasmitieron el infundio de que había
dedicado la legislatura a perseguir a la oposición para aniquilarla. De nada
sirvieron sus intentos de acallarlo. Ahora, mientras contemplaba los
movimientos de humanidad casi reflexiva de los primates, sumido en la memoria
lejana de aquellos tiempos que la niebla de la distancia comenzaba a difuminar
sin remedio, atrajo su atención la voz de otro anciano cuya cara le resultó
familiar, pero que no consiguió identificar pese a sus esfuerzos. Hablaba a
unos niños que le acompañaban, quizás sus nietos, acaso sus bisnietos. Cuando
abandonó el recinto, creyó entender que le había dirigido una sonrisa socarrona
y la luminosa mirada de unos ojillos pícaros, al tiempo que le decía: «Tempus
fugit, Didacus. Carpe diem». («El tiempo vuela, Diego. Aprovecha el momento»).
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