El Diario Montañés, 21 de mayo de 2014
Emilio Botín, que siempre ofrece
titulares con sus manifestaciones, dijo hace unos meses que era un momento
fantástico para España porque nos llegaba dinero por todas partes. Ahora,
abundando en tal opinión, acaba de manifestar que «en cinco años no nos van a
conocer de lo bien que vamos a estar». Ojalá que tenga razón, aunque nos lo fíe
tan largo, pero en honor a la verdad no se puede decir que sus previsiones
anteriores hayan sido muy atinadas. En 2008, preguntado sobre la crisis que entonces
mostraba toda su crudeza, decía: «¿En crisis? ¿Quién está en crisis?», para
añadir seguidamente: «La crisis es como la fiebre de los niños, que empieza muy
fuerte y luego se baja». Seis años más tarde algunos enfermos se han quedado en
el camino y otros muchos siguen padeciendo la fiebre más larga jamás conocida,
sin salir de su estado de gravedad. Se ve que la mejoría va por barrios y que
la primavera ha llegado antes a los bancos que a la precaria economía del
ciudadano de a pie.
Otra primavera, la estacional,
alcanza su cenit en este mes de mayo, en el que brotan con fuerza multicolor
flores y carteles electorales. La parte animal que llevamos dentro –unos más
que otros– también se abre paso hormonal por nuestra piel. Algunos machos alfa,
barbados sobre fondo azul y camisa nueva, aunque lucen sus mejores galas
físicas ante las hembras, refrenan su dialéctica. Creen que «debatir con una mujer es complicado,
porque mostrar superioridad intelectual parece machista».
Otros hacen uso de ella –de la dialéctica– para, con un guiño, decir que don
Quijote era cántabro de toda la vida, no en vano «tenía lanza en astillero y se
apellidaba Quijano» (con similar argumentación el humorista Txomin del Regato
decía que Adán se apellidaba Botijo «porque era de barro y tenía pitorro»).
Gracietas de la campaña electoral.
Este mayo es mes de flores y de
elecciones. Los capullos tardíos pueden brotar por doquier.
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