El Diario Montañés, 4 de junio de 2014
Ser el
primero en algo no siempre es garantía de éxito. Hay estadísticas en las que el
privilegio pertenece al último clasificado. Conocíamos la semana pasada que
Cantabria ocupa la primera posición nacional en pérdida de poder adquisitivo
desde 2008, tras caer un 8,2%, y que por esa circunstancia se encuentra
clasificada en el duodécimo lugar del ranking de los salarios brutos
autonómicos. Con estos datos no parece sensato que nos hablen de recuperación, aunque
el gobierno iniciara antes de las últimas elecciones europeas una campaña de
marketing comunicativo que exageraba la importancia del repunte de las cifras
macroeconómicas.
El
ciudadano común padece los resultados del gigantesco monopoly financiero en el
que tan a gusto juegan unos, moviendo fichas que pueden llevar a otros a la
casilla de la precariedad. En ella permanecen muchos turnos sin jugar, porque
sólo pueden hacerlo en tiempo de elecciones. Ahora han lanzado los dados dejando
claro su descontento. Pero el FMI
–sin respetar la voz de las urnas y ajeno al
sentir general– aconsejó al día siguiente que se siguiera apretando con más
impuestos indirectos –esos que pagamos en los productos básicos– y que, a ser
posible, se rebajara los sueldos cuando las empresas lo necesitaran: en nombre
del pragmatismo, más de lo mismo.
Cuando
este fin de semana pillaron al juez del Constitucional Enrique López
sin casco en la moto, saltándose un semáforo y cuadruplicando la tasa de alcohol permitida, confesó
que había «circunstancias personales que podrían justificar los hechos, pero que no venían al caso». Siguiendo su
argumento, muchos ciudadanos, empujados por su situación económica personal –que
sí vendría al caso–, tendrían justificado echarse a la calle hartos de vino, despreciando
todas las normas. Lo malo es que en Cantabria ni siquiera podemos saber cuál es
nuestro caldo más sobresaliente para emborracharnos, porque al concurso en que
se iba a dictaminar el fallo acudieron unos pocos, y ser el primero de ellos tampoco
era garantía de ser el mejor.
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