martes, 3 de junio de 2014

DÍAS DE VINO Y CRISIS (4 de junio de 2014)


El Diario Montañés, 4 de junio de 2014


Ser el primero en algo no siempre es garantía de éxito. Hay estadísticas en las que el privilegio pertenece al último clasificado. Conocíamos la semana pasada que Cantabria ocupa la primera posición nacional en pérdida de poder adquisitivo desde 2008, tras caer un 8,2%, y que por esa circunstancia se encuentra clasificada en el duodécimo lugar del ranking de los salarios brutos autonómicos. Con estos datos no parece sensato que nos hablen de recuperación, aunque el gobierno iniciara antes de las últimas elecciones europeas una campaña de marketing comunicativo que exageraba la importancia del repunte de las cifras macroeconómicas.
El ciudadano común padece los resultados del gigantesco monopoly financiero en el que tan a gusto juegan unos, moviendo fichas que pueden llevar a otros a la casilla de la precariedad. En ella permanecen muchos turnos sin jugar, porque sólo pueden hacerlo en tiempo de elecciones. Ahora han lanzado los dados dejando claro su descontento. Pero el FMI 
–sin respetar la voz de las urnas y ajeno al sentir general– aconsejó al día siguiente que se siguiera apretando con más impuestos indirectos –esos que pagamos en los productos básicos– y que, a ser posible, se rebajara los sueldos cuando las empresas lo necesitaran: en nombre del pragmatismo, más de lo mismo.

Cuando este fin de semana pillaron al juez del Constitucional Enrique López sin casco en la moto, saltándose un semáforo y cuadruplicando la tasa de alcohol permitida, confesó que había «circunstancias personales que podrían justificar los hechos, pero que no venían al caso». Siguiendo su argumento, muchos ciudadanos, empujados por su situación económica personal –que sí vendría al caso–, tendrían justificado echarse a la calle hartos de vino, despreciando todas las normas. Lo malo es que en Cantabria ni siquiera podemos saber cuál es nuestro caldo más sobresaliente para emborracharnos, porque al concurso en que se iba a dictaminar el fallo acudieron unos pocos, y ser el primero de ellos tampoco era garantía de ser el mejor. 

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