martes, 21 de octubre de 2014

EL NIÑO NICOLÁS (22 de octubre de 2014)


El Diario Montañés, 22 de octubre de 2014

El niño Nicolás quería alcanzar el cielo del poder. Desde los quince años se las arregló para introducirse con embustes en la gran trama donde se cuecen los negocios. El niño Nicolás coleccionaba fotos en las que aparecía a la izquierda de Aznar y de Ana Botella; entre Esperanza Aguirre y Ana Rosa Quintana; en las que ocupaba diestramente la derecha de Villar Mir y de Arias Cañete; o en las que saludaba a Felipe VI el día de su proclamación, con contenida genuflexión de guasa. El niño Nicolás, con sólo veinte añitos, utilizaba coches de lujo y llegaba a algunos lugares con escolta que le abría los caminos y le despejaba los locales para ocupar una mesa tranquila. El niño Nicolás, que seguramente no había visto ‘La escopeta nacional’ de Berlanga, también se codeaba con la alta sociedad para ofrecer prebendas a cambio de dinero, pues con sus supuestas relaciones podía interceder ante quien fuera necesario para resolver cualquier asunto, por grave que éste fuera. El niño Nicolás –imberbe, trajeado, bien peinado– no levantaba sospechas entre los lobos de los negocios oscuros. El niño Nicolás era la quintaesencia de la juventud emprendedora, esa que necesita España en esta época de crisis que sólo afecta a los mediocres, a los que menos tienen, y hace más millonarios cada día. Nicolás, pese a ser tan niño, irradiaba seguridad. Lo veían como un hombre que ofrecía informes para evitar que se juzgara a la princesa del consorte balonmanista de larga mano o al presidente de la herencia nunca declarada. El niño Nicolás, durante cinco años, logró engañar a muchos con su picaresca, en un país repleto de pícaros. Francisco Nicolás Gómez Iglesias –así se llama el niño Nicolás– también pensaba que el cielo no se toma por consenso: se toma por asalto.
Ahora le han descubierto, pero no creo que sea el único culpable. Como en el timo de la estampita, era un estafador que sólo engañaba a los más ambiciosos. 

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