miércoles, 17 de diciembre de 2014

ADIÓS A LA CRISIS (17 de diciembre de 2014)


El Diario Montañés, 17 de diciembre de 2014


Ante la proximidad de las elecciones, en España se ha decretado el final de la crisis. Sólo ha faltado plasmarlo en un comunicado oficial, al modo de aquel célebre parte de guerra: «En el día de hoy, tras arduas reformas estructurales, el gobierno ha alcanzado su objetivo. La crisis ha terminado». Y como la repetición es la base de toda propaganda, Mariano Rajoy ha actuado de corifeo con una frase que bien podía encabezar la historia universal de la infamia: «En muchos aspectos, la crisis es historia del pasado y estas Navidades van a ser las primeras de la recuperación». Luego le han seguido a coro responsables nacionales y regionales del partido, entre los que no podía faltar nuestro ínclito presidente, su fiel paladín.
A fuerza repetirlo es posible que consigan cabrearnos, porque hay cifras económicas que, tras su irrefutable realidad, esconden muchos dramas personales –algo que, según se desprendía de sus palabras, no parece que a Rajoy le perturbara–: el paro sigue anclado en el 23,67%, con cinco millones y medio de desempleados, gran parte de ellos sin cobrar ninguna ayuda; los salarios continúan bajando –el 12% de los trabajadores no ganan lo suficiente para salir de la pobreza– y la mayor parte de los contratos nuevos son temporales; la pobreza infantil alcanza el 30%; los desahucios aumentan y han afectado ya a 400.000 personas; la deuda pública superará el 100% del PIB; nuestros jóvenes emigran cada vez más en busca de oportunidades, y si se quedan tienen muchas posibilidades de engrosar las filas de esta generación perdida...
Obligado por un aluvión de críticas, el presidente matizó días más tarde sus palabras diciendo que la recuperación «no será completa hasta que no se sienta en el bolsillo de cada uno de los españoles».
Mi buena amiga Mercedes Mendoza me felicitaba recientemente por mis artículos, aunque me recriminaba que en ocasiones utilizara un lenguaje procaz. Reconocerás, Mercedes, que es que hay cosas que le tocan a uno los cojones.

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