El Diario Montañés, 2 de enero de 2015
El Génesis –que
es el primer libro de la Biblia– refiere que cierto día el faraón soñó que
estaba a orillas del río Nilo y vio como siete vacas flacas devoraban a otras
siete vacas gordas. José –un visionario que se anticipó mucho a Freud–
interpretó que el sueño anunciaba el final de siete años prósperos y la llegada
de siete de escasez. Y como el faraón le hiciera caso, tomó las medidas
oportunas y almacenó el grano en las épocas de abundancia para venderlo luego en
las de penuria.
Nuestra crisis,
que llegó en 2008 sin que nadie siquiera la soñara, cumplió siete años en el
recién terminado 2014, tiempo más que suficiente para que los recortes que
trajo consigo se llevaran por delante algunos derechos fundamentales y nos dejaran
muchas cicatrices en el alma.
Los más ingenuos
creen que Rajoy anuncia ahora el fin de las penurias porque hunde sus raíces
intelectuales en ese libro de libros que considera al número siete como el
final de un ciclo, no en vano juró su cargo posando la mano izquierda sobre la
Biblia, y después la derecha sobre la Constitución, en ese orden de prioridades.
Los peor pensados, sin embargo, le acusan de proclamar la cristalización de las
mejoras en 2015 porque es año electoral, perfecto para prometer las vacas
gordas.
Nuestro
presidente regional también ha asegurado que 2015 «traerá un pan debajo del
brazo para muchos hogares de Cantabria». Y todos los ciudadanos de bien deberíamos
alegrarnos si el tiempo les da la razón a ambos, porque hay hogares en los que,
desgraciadamente, no entran ni las vacas ni el pan de cada día.
Aunque es muy
probable que los votantes prefieran elegir a otros para que intenten hacer un
reparto más justo de las viandas, porque en este tiempo de penuria sospechan
que las migajas y el pan duro les han correspondido a los de siempre.
Acaso para
ablandarlo nos invitaron en Nochevieja a que brindásemos con leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario