martes, 14 de abril de 2015

FESTIVAL DEL HUMOR (15 de abril de 2015)


El Diario Montañés, 15 de abril de 2015

Al igual que Antonio Machado estimaba que a las palabras de amor les sienta bien un poquito de exageración, hay quien piensa que a ciertos estudios estadísticos les viste mucho un nombre en inglés. Quizás por eso el Instituto de Prospectiva Internacional, el Grupo Cofares y la Agencia EFE han bautizado como «Barómetro Index Life» a las encuestas trimestrales que realizan para ofrecernos «una medida del estado de ánimo de la sociedad española». Pues bien, el último de estos estudios revela un resultado sorprendente: los cántabros, aunque tenemos mucha incertidumbre ante el futuro y un grado de irritación por encima de la media nacional, somos los ciudadanos menos tristes de España.
Lo de estar a un tiempo inseguros y poco tristes, no sé cómo explicarlo. Lo de estar irritados pero casi alegres, es más sencillo si se recurre a nuestro particular festival del humor. Miren, a uno le puede irritar que los integrantes de Podemos y Ciudadanos se enzarcen en nuestra región, aun antes de nacer, en luchas intestinas por un poder que, según ellos, no es su mayor afán; que cierta exalcaldesa socialista abrace las siglas de un partido que plantea la unión con Castilla y León; que algunos concejales regionalistas castreños se unan a quienes quieren integrar Castro Urdiales en Bizkaia; que el gobierno de Cantabria –pirómano y bombero– pida primero la supresión de la parada del tren en Reinosa para llegar antes a Madrid, y después la supresión de la supresión ante las protestas ciudadanas; que el mismo gobierno avale a empresas dudosas, si no consiguen aval bancario para hacer el teleférico de la Vega de Pas; que... Sí, con todo ello lo normal es estar irritados. Pero no me negarán que el sentido del humor de nuestros políticos contribuye a eliminar la tristeza.
Estimo que este humor lo da la tierra. De hecho, sospecho que los andaluces son tan alegres gracias a los genes que expandieron por aquellos lares nuestros emigrantes, los jándalos. Por eso no entiendo que algunos se asombren ahora y critiquen que Cantabria se llene por doquier de ferias de abril por las que corren, generosos, los finos y los rebujitos en puestos adornados con banderas andaluzas, con telas blancas perladas de lunares rojos y con infatigable sonido de sevillanas de fondo.
¿Tristes nosotros? Si tenemos una gracia que no se ‘pué’ aguantar.
¡Ozú, arsa, arriquitaun!

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