El Diario Montañés, 29 de julio de 2015
La pareja de
este verano es política. Suele acudir a cuantas fiestas e inauguraciones hay en
Santander. Estuve junto a ellos en Tetuán, descubriendo la estrella de un
santanderino muy querido, José Ramón Sánchez, que en la parte alta de esa calle
echó las raíces de la infancia y a quien los vecinos quisieron rendir homenaje
en su otoño vital y creador. Los vi después en la apertura de ArteSantander,
posando felices detrás de la representación de un porvenir que se mostraba
descendente, cuesta abajo, una pendiente que convidaba al patín. A su paso
siempre hay una nube de periodistas gráficos que hacen fotos desde todos los
ángulos, y ellos posan sonrientes, con paciencia, sin un mal gesto. Guardando
las distancias, pero juntos. No parece importarles la diferencia de edad ni sus
distintas sensibilidades ideológicas. Tienen claro que deben llevarse bien, que
eso de que los amores reñidos son los más queridos no es cierto, porque ambos
tuvieron muchas trifulcas con el tercer hombre y no por ello llegaron a
quererle. Aquel personaje de enfados perpetuos que pensaba que apagar fuegos
consistía en pisar los puros del contrario. Por eso han decidido emprender una
etapa de convivencia, tras la traumática experiencia que vivieron con el otro.
Y la gente lo agradece. A su paso hay un rumor de aprobación. «Da gusto verlos –dicen–.
A ver si vuelve la normalidad, que ya la necesitábamos». «La verdad es que el
mayor parece haber rejuvenecido». «Jesús Cintora dice que está como una moto». «Sí,
pero alguien debería ponerle silenciador, que su escape hace mucho ruido». «Entonces
no sería quien es, ni Cantabria estaría en el candelero». «No sé, no sé...,
veremos lo que dura», añade un pesimista. Y ellos, mientras tanto, siguen
saludando a unos y a otros, ajenos a los comentarios, transmitiendo la imagen
de buen rollo, conscientes de que sólo ayudándose podrán sacar adelante sus
respectivos proyectos.
En una reunión
que mantuvieron el pasado 10 de julio acordaron iniciar una etapa de «colaboración absoluta y total lealtad»,
como los buenos matrimonios. No se sabe si De la Sierra, mano derecha de uno y
con lazos casi familiares con el otro, contribuyó al encuentro, pero desde
entonces Miguel Ángel Revilla e Íñigo de la Serna son la pareja del verano. Un
dúo muy dinámico que parece coincidir hasta en la necesidad de llevar o no
corbata.
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