Poco antes de
las elecciones de mayo, el gobierno regional destinó veintiocho millones de
euros para contratar a cuatro mil trabajadores en ayuntamientos y
mancomunidades de la región. Poco después supimos que la parte que iba a aportar
el Fondo Social Europeo, catorce millones, no llegaría nunca, porque nuestros responsables
políticos «obviaron o eliminaron» las condiciones que exigía la Unión Europea
para conceder tales ayudas. «Obviaron o eliminaron», dice el informe negativo, no
que olvidaron.
Lo que sí
olvidaron, entre tanta urgencia de última hora, fue firmar el convenio que
históricamente mantenían la consejería de Cultura y el obispado de Santander
para contratar al personal que hace visitas guiadas en los monumentos románicos más importantes
de nuestra región. Desde el 15 de julio hasta el 15 de septiembre, en cada uno
de los templos elegidos había siempre una persona, generalmente con estudios de
historia, que mostraba su interior a los visitantes, al tiempo que explicaba
las peculiaridades artísticas del edificio.
Este año, al
olvido de unos se sumó la confluencia, en el mismo mes de mayo, del
nombramiento de un nuevo obispo y de los nuevos responsables políticos, tras el
vuelco electoral que se produjo en Cantabria. Los que salían, no lo hicieron.
Los que llegaron, tampoco. Y como ninguno de esos funcionarios de toda la vida,
jefes de servicio que en ocasiones mandan más que los consejeros y que los
directores generales (hay casos ejemplares de suprema soberbia en algunos
negociados), tuvieron a bien recordar la cuestión a los que afrontaban sus
nuevas responsabilidades eclesiásticas y políticas, el convenio pasó a mejor
vida y los templos han estado cerrados todo el verano, sólo visibles desde el
exterior.
Nuestra región,
que pretende vender turismo cultural, se ha encontrado así en una contradicción
difícil de explicar. Mientras se sigue dando vueltas a la apertura dominical de
los comercios, argumentando, entre otras razones, que los cruceristas que
llegan a la ciudad no encuentran locales atractivos donde gastar su dinero,
este verano le hemos echado el cerrojo a muchos de nuestros monumentos
histórico-artísticos: Piasca, Silió, Yermo, Castañeda, Retortillo, Elines,
Cervatos...
Y no ha sido por
ahorrar unos pocos puestos de trabajo entre la abundancia de los cuatro mil
preelectorales. En realidad se ha sumado el desinterés de los que se iban, el
desconocimiento de los que llegaban y la falta de actitud de los que siempre
están. Lo que me lleva a pensar que en este país, si no se dejan atadas unas
pocas cuestiones básicas, va a ser imposible hacer planes a largo plazo, porque
puede suceder que entre los unos y los otros nos dejen la casa sin barrer. Y el
que venga detrás, que arree.
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