martes, 29 de septiembre de 2015

LIBROS DETESTO (30 de septiembre de 2015)


El Diario Montañés, 30 de septiembre de 2015


Un año más ha comenzado el curso escolar. Y en el ciclo recurrente de la vida se ha vuelto a desatar la guerra anual contra el libro de texto, esta vez con proyección parlamentaria, porque se le acusa de ser el principal enemigo de la economía doméstica. En estos días otoñales muchos gestan el odio por los libros, de tanto detestar a los de texto, a los que culpan de todos sus males. Un odio que ya los acompañará siempre.
Demostrando que veinte años no es nada y que no necesitaba puertas giratorias, Marcano ha vuelto a las aulas, con las nieves del tiempo plateando su sien. Ha saludado a sus alumnos al modo de Fray Luis, con un «como decíamos ayer». Él no necesita libros de texto porque en su cabeza lleva todo el currículo latino. Y unas cuantas cosas más que guarda para cuando regrese a la política, como sin duda hará si su imagen queda «inmaculada e impoluta».
También ha regresado a Laredo, un año más, Carlos V, cansado de tanto luchar por extender su imperio, primero, y por mantenerlo unido, después. Llegaba enfermo de gota, camino del retiro de Yuste donde le aguarda la picadura de un mosquito para transmitirle la malaria mortal –ironías de la vida, morir por culpa de un insecto quien fuera el primer soldado en las batallas–. Pero eso él no lo sabe todavía. Le ha recibido nuestro presidente, que se ha disculpado por no tener activo el puerto y por haberle obligado a desembarcar en la playa. Nadie se atrevió a recomendarle que se acercara al hospital de Valdecilla, también inactivo –no se sabe si público, semipúblico o privado–, para que le echaran un vistazo a sus males y acaso los paliaran.
El domingo se despidió de la villa pejina. Tampoco le quisieron comunicar que ese día España corría el peligro de resquebrajarse por la parte marítima del antiguo Reino de Aragón. (Hay quien cree que por la falsa visión de la historia que ofrecen los libros de texto en algunos lugares del reino).
¡Ay, los libros! Siempre los libros.

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