martes, 26 de abril de 2016

ENTRE LIBROS (27 de abril de 2016)


El Diario Montañés, 27 de abril de 2016

Los libros viven su particular semana grande de diez días en Santander. Quienes se acercan a las casetas de la Plaza Porticada se asoman a ellos y los hojean, ojeando en sus secretos. Y los libros, tímidos pero orgullosos, se abren sin resistencia y se dejan acariciar por las yemas de los dedos de los visitantes, ofreciéndoles a cambio su cuidada tipografía, sus mejores imágenes y su perfume, fascinante mezcla de tinta fresca, cola y papel.
Aunque ahora pase por momentos difíciles, el libro es un objeto muy apreciado. Y tengo para mí que si algún día llegara a desaparecer se llevaría con él muchas certezas, pues este mundo digital, abierto a todos, no suele cuidar tanto la verdad como la cuida el papel. No hay más que fijarse en que, pese a la tecnología, las cuentas de los ahorros parecen más seguras escritas en los papeles, aunque sean de Panamá, que en inasibles discos duros.
Ha querido el azar –que según Borges es uno de los nombres del destino– que en esta feria el libro haya sido arropado por tres de nuestros grandes directores de cine. Daniel Sánchez Arévalo hizo el pregón de apertura, Mario Camus recibirá un homenaje próxima ya la muestra a su clausura, y Manuel Gutiérrez Aragón la ha visitado varias veces y ha comprado muchos libros, sin darse a conocer, uno más entre la gente.
Fue Mario Camus, precisamente, quien después de un encuentro en la Biblioteca Central con varios clubes lectores levantó mi ánimo, habitualmente decaído, con una reflexión que hizo en voz alta: «El libro va a sobrevivir. Es imposible que desaparezca mientras haya gente como ésta de hoy, apasionada por la lectura. Estos encuentros maravillosos me confirman que los lectores salvarán al libro». Y yo, que soy editor y en más de una ocasión, como al bueno de Alonso Quijano, me asaltó un pensamiento terrible que por poco me hiciera dejar la comenzada empresa, renové entonces mi firme compromiso de seguir en el negocio, mientras el corazón y el bolsillo aguanten.

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