martes, 10 de mayo de 2016

LAS CLASES MEDIAS (11 de mayo de 2016)


El Diario Montañés, 11 de mayo de 2016

Como el Seat Seiscientos, nací en 1957. Por entonces había nacido también la clase media española, que era la que reclamaba su fabricación con anhelo. (Por cierto, los primeros modelos llegaron al mercado con puertas que se abrían al revés de como aconsejaba el sentido común, y tal apertura trajo consigo dos riesgos: el primero, que una ráfaga de viento podía arrancarlas de cuajo; el segundo, que las mujeres, cuando se apeaban, se arriesgaban a mostrar las piernas hasta sugerentes abismos –ahí tuvo su origen el sobrenombre de «Seiscientos braguero»–).
Sea como fuere, en aquellos tiempos los españoles comenzaron a viajar y a consumir, que es uno de los mandamientos que tienen que cumplir las clases medias para sostener el sistema. Y como la vida, aun con escasas libertades pero en pleno desarrollismo, parecía una cuesta abajo que invitaba al patín, le fueron cogiendo gusto a la cosa, y corrieron tras ofertas que les ofrecían paraísos asequibles, sabiendo los publicitarios –sospecho que no por vía orteguiana– que el concepto de «necesidad humana» abarca indiferentemente lo objetivamente necesario y lo superfluo. Y las cosas funcionaron relativamente bien, con normales altibajos, hasta que llegó la inacabable cuesta arriba en 2007, que ha conseguido que con cincuenta y nueve años recién cumplidos, ni muy joven ni lo suficientemente vieja, la clase media española se esté muriendo poco a poco.
Un análisis del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA ha llegado a una conclusión preocupante: la crisis ha hecho que tres millones y medio de personas que jugaban en segunda división –que es la del medio– hayan descendido, sin muchas perspectivas de volver a ascender, a la tercera división, la más baja, ésa donde ya no se alcanza ni lo objetivamente necesario. Lo que en el fondo denuncia este estudio es que tanto la reforma laboral como las medidas «austericidas» que nos imponen a fuego tienen la orientación equivocada, como en su día la tuvieron las puertas del Seiscientos. Sólo que ahora, cuando nos expulsan del vehículo porque no podemos mantenerlo, enseñamos directamente las vergüenzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario