martes, 10 de octubre de 2017

CONFABULACIÓN GASTRONÓMICA (11 de octubre de 2017)


El Diario Montañés, 11 de octubre de 2017

Cantabria es un referente gastronómico. A la riqueza de sus productos se une la promoción de nuestro presidente, que se ha propuesto popularizar todo lo regional y, en cualquier lugar en el que estés, si dices que eres cántabro, la gente rememora automáticamente las anchoas, las quesadas o los sobaos. La gastronomía se ha convertido en reclamo turístico de primer orden y en torno a ella se conforman simposios, mesas redondas, jornadas de divulgación y reuniones políticas de mucha enjundia.
Le decía Don Quijote a Sancho que los negocios de la cabeza se fraguan en la oficina del estómago. Acaso por ello el pasado fin de semana el PP y el PSOE han mantenido comidas con una parte de sus afiliados para conspirar contra la otra parte –la palabra partido ha optado definitivamente por el significado de algo que no está completo, de un fragmento que se opone al todo–. A los postres, con el orujo como brebaje digestivo, se suelen hacer los discursos de autoafirmación. «De grandes cenas están las tumbas llenas», dice un refrán. Y también de estas comidas, pues, aunque resulten frugales, en ellas se prepara la táctica para ir cavando la tumba de un enemigo que ya tiene preparada la tuya. En ese sentido podríamos hablar de la existencia de una gastronomía de confabulación, casi de guerra, a la que el PRC asiste de espectador placentero, observando como sus contrincantes se devoran entre sí.
La Unión de Guardias Civiles de Cantabria también se ha apuntado a la conspiración y ha llevado sobaos y quesadas hasta Cataluña para que los compañeros allí destinados endulcen su dura realidad y aflojen con estos productos tan nuestros la tensión que están padeciendo en tierra hostil. El largo viaje, según dicen, ha merecido la pena, porque, aunque fuera una visita relámpago, sabemos por Víctor Jara que la vida puede ser eterna en cinco minutos. Además, en estos tiempos de reafirmación independentista han querido dejar bien claro que frente a nuestros postres la crema catalana no tiene nada que hacer.
¡Va usted a comparar!

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