El Diario Montañés, 6 de diciembre de 2017
Vivimos
unos tiempos en los que la vara de medir se estira o se encoge a capricho,
porque la objetividad se ha precipitado por el desagüe de la insensatez hacia
el camino de la desvergüenza.
Recientemente
Bruselas colocaba a España a la cabeza de Europa por la desigualdad de las
rentas de los ciudadanos, y al mismo tiempo surgían voces que negaban tal
evidencia, como esas otras que en pleno siglo XXI niegan, con fe religiosa y
ardor casi guerrero, la redondez de la tierra. La óptica humana es tan
subjetiva que el cristal de cada uno suele desvirtuar la realidad mucho más de
lo prudente. Acaso por ello, mientras que para algunos el concepto de bienestar
consiste en tener asegurados a diario el techo y la comida, para otros más
favorecidos estriba en poder comer en los restaurantes sin preocuparse por los
precios de la carta.
Procusto,
gigante mitológico que vivía en un bosque y ofrecía posada a los viajeros que
se perdían en él, tenía la extraña perversión de adaptar las medidas de sus
huéspedes a la cama en la que los invitaba a dormir, para lo cual estiraba a
los más bajos de estatura y cortaba las piernas a los más altos. En el sentido
de acomodar la realidad a los intereses particulares, me parecen procústicos y
fuera de medida los argumentos de quienes estos días defienden en el ruedo
político autonómico la validez de los pactos con tránsfugas, según apoyen sus
intereses en el ayuntamiento de Santander o en el gobierno regional. Un
tránsfuga, que objetivamente lo es, parece menos tránsfuga cuando está de mi
parte; como un error arbitral lo es menos –y casi no duele, y hasta nos alegra–
cuando favorece nuestros intereses y perjudica los del equipo contrario.
Los
errores del fútbol español se van a intentar corregir la próxima temporada con la
instalación del vídeo arbitraje (VAR). Pero parece que de momento no hay
ninguna voluntad de instalar la vara que mida con objetividad tantas cuestiones
contradictorias de la política y la economía.
Seguiremos
aferrándonos a la hemeroteca.
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