El Diario Montañés, 30 de mayo de 2018
He estado el fin de semana en el
salón del cómic de Huelva, con Ángeles de la Gala y José Ramón Sánchez. Y en
Huelva encontramos nuevos amigos, charlas interesantes y buena comida. (¡Ay,
esas gambas inigualables!). Las gentes del noveno arte son muy acogedoras.
Miguelanxo Prado, un gigante, me confesaba recientemente que él había
transitado por la senda de la pintura, pero luego eligió el cómic porque en ese
colectivo hay menos zancadillas, más espíritu de gremio. Puedo dar fe de ello.
El obispo de la diócesis onubense
es don José Vilaplana. Cuando se enteró de nuestra presencia en la ciudad hizo
un hueco en su agenda para saludarnos. Nos ofreció amena compañía, paz
espiritual y conversación culta. Salvando todas las distancias, don José se
parece a las gentes del cómic. Nos habló de sus tiempos cántabros con
emotividad, pero sin añoranza –en el sentido etimológico (sin pena por la
pérdida de algo muy querido)–, porque siempre ha estado conforme con sus
destinos pastorales. «Cuando estaba en Santander, me preguntaban por Valencia,
mi tierra; ahora, en Huelva, me preguntan por Santander. Y yo digo lo mismo: me
encuentro bien allí donde puedo trabajar a gusto». En su despacho hay una
escultura plateada del palacio de la Magdalena. Y un óleo de José Ramón Sánchez,
que refleja la pasión de Cristo, cuelga en el pasillo del primer piso
episcopal. Pequeñas huellas santanderinas. Como la pintura que representa al
buen pastor, con una oveja al hombro, bajando de una barca con matrícula de
Santander y dirigiéndose por el pantalán hacia otra con matrícula de Huelva. «Algunos
me dicen que se ve claramente que la oveja descarriada era cántabra», comenta. «Acaso
sea yo», le contesto.
Al despedirse, nos pide que
transmitamos su abrazo a todos nuestros paisanos. La oportunidad que me ofrece
esta columna semanal es inmejorable. Y, aunque oveja negra y alejada de su
rebaño, no puedo fallarle a tal señor. Un gran pastor. Tiempo tendré la próxima
semana de hablar de terceros carriles, calendarios escolares o dimisiones en el
Servicio Cántabro de Salud. Esos bucles terrenales que nunca pierden
actualidad.